De norte a sur: ¿Por qué hay tantas diferencias?

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Hoy vamos a centrarnos en nuestro país: España. Un territorio fruto de una larga evolución histórica que, a pesar de no contar con una gran extensión (aproximadamente 506 kilómetros cuadrados), muestra unas diferencias regionales muy marcadas. 

No es ningún secreto que la zona del norte (País Vasco, Cataluña...) ha sido tradicionalmente, más industrial que el sur de la península. La cuestión es plantearse el porqué de una desigualdad tan marcada que ha provocado numerosas migraciones internas. Sin ir más lejos, muchos de nuestros familiares andaluces se vieron forzados a mudarse al noreste del país en busca de unas expectativas laborales mejores. 

En primer lugar, hay que señalar que España pertenece a un conglomerado de países que se industrializaron en segundo lugar, de forma más tardía que otros como Inglaterra; y además, lo hizo de forma desigual. Lo cierto es que la principal causa de esta desigualdad es la histórica. Mientras que el sur peninsular siempre se ha visto más envuelto en el terreno de la agricultura y la ganadería, el desarrollo industrial se inició en la parte norte de España. Las principales industrias se colocaron durante el siglo XVIII por la zona de Asturias y Cataluña. Famosa es la industria siderúrgica asturiana de esta época. Para finales de siglo, el norte peninsular ya contaba con un auténtico potente industrial principalmente en la franja cantábrica y la comunidad catalana. Esto fue debido en gran parte a su posición geográfica. Si nos fijamos, son los territorios que lindan con Europa los que se industrializaron en primer lugar. Además, contaban con los mejores recursos para expandir su industria. 

No sería ya hasta el siglo XIX cuando la revolución industrial alcanzaría otras ciudades españolas más alejadas de la franja norte. Sin embargo, para entonces Asturias, País Vasco o Cataluña llevaban una gran ventaja que ha perdurado durante los años siguientes. 

Ya en el siglo XX, la cierto es que la época de la dictadura de Franco, con la autarquía y los años del nacionalismo; van a limitar en gran parte las innovaciones industriales. Así, la industria se termina de consolidar en zonas como Barcelona o Guipúzcoa, mientras muchos del sur peninsular basaban su vida en actividades agrícolas y ganaderas. Por otro lado, Madrid, capital española, sí disfrutó en estos años de un rápido proceso de industrialización.

No será hasta los años 50-60 cuando el crecimiento industrial alcance la costa sur. Es la etapa del Plan de Estabilización. Ahora los españoles nos abrimos al mundo, se permite la entrada de capital extranjero y de las novedades del exterior. El turismo es un claro incentivo. España pretende volverse una auténtica economía industrial. La posterior reconversión y las medidas adoptadas para volvernos más competitivos a nivel internacional son ejemplo de ello. 

Para aquel entonces se da un claro movimiento migratorio de los pueblos a las ciudades, sobre todo a aquellas que, aunque se ubicasen en una zona más lejana, su industria permitía dar trabajo a un mayor número de personas. 

Hoy en día los ejes fundamentales de la industria española son Barcelona, Bilbao y Madrid; aunque también se cuelan ciudades como Sevilla o Valencia. Vemos que el foco industrial se localiza por tanto en la zona norte y las principales capitales de España, mientras que el interior del territorio carece de una industria destacada. 

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A nivel general, podemos observar una evolución muy diferente entre las distintas regiones de nuestro Estado.  Curiosamente, son justo estas zonas más industrializadas las que presentan un PIB per capita más alto, como podemos observar en este mapa. 

Una reciente noticia del diario “El país” precisaba que “Hay comunidades procíclicas, aquellas basadas en el turismo y la construcción, que crecen mucho cuando las cosas van bien, pero que luego caen con fuerza. En cambio, otras como País Vasco, con más arraigo industrial no sufren tantos vaivenes.”. Aquellas zonas donde las crisis afecta en menor proporción, con un PIB elevado y alta fuerza económica; son precisamente aquellas que quieren la independencia (a excepción de Madrid claro).

Así, demostramos cómo la industria es un factor tan fuerte que deberíamos potenciar, es clave en un mundo en el cual todo se basa en las nuevas tecnologías y la continua innovación. De igual forma, se ve claramente una de las principales diferencias que incitan a tantas discordias entre las regiones de nuestro país. Quizá, para solucionarlo, debamos dejar de mirar tanto al pasado y mirar por un futuro todos juntos. 

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